Apuro de tiempo
Un gran maestro se
sienta durante horas ante el tablero, en medio de la quietud
de la sala del torneo. Sumido en sus
pensamientos, la única acción que se presenta de vez en cuando es al mover una pieza, parar su reloj y cambiar de postura. Luego sigue
otro tranquilo e inactivo período.
Esta
es la situación al principio de la partida, pero como el tiempo
corre y el final de la sesión de juego se aproxima, una sensación de tensión llena la sala.
Los espectadores están excitados, los
árbitros hablan entre sí, los
jugadores empiezan a ponerse nerviosos.
El apuro de tiempo está en camino y
los más interesados se preocupan del estado de la partida. Esto ocurre cuando el juego está generalmente
decidido, cuando ya se han cometido la mayoría de los errores. El apuro de tiempo son unos momentos de
infundada alegría y de un doloroso
desengaño.
Cuando
la bandera se levanta y sólo tiene unos pocos segundos para pensar
las jugadas restantes, no debe ponerse más nervioso.
Algunos fuertes jugadores pierden el control de sus nervios. Reshevsky, por ejemplo, da saltos en la silla, habla consigo mismo y mira con miedo al reloj.
Con otros ocurre lo
contrario. Bronstein, incluso en el más espantoso
apuro de tiempo, todavía consigue no sólo
escribir las jugadas, sino que
también continúa anotando el tiempo
invertido por cada jugador.
El apuro de reloj es un error de tiempo. ¿Puede usted señalar cuánto tiempo
le queda, qué miserable porción de tiempo
tiene para tomar cruciales
decisiones? No, no puede. Nadie hará mucho caso, ningún juez cambiará
el resultado en la tabla del torneo. Yo le
aconsejo que demuestre una actitud severamente crítica a los errores en
el apuro de tiempo, siguiendo el ejemplo de
Alekhine, quien escribió de una de sus jugadas en la partida contra Taylor,
Nottingham, 1936: "Una jugada horrible, y, en mi opinión, el hecho
de que el blanco estuviera apurado de tiempo cuando lo hizo no tiene más
justificación que la ya consabida disculpa
de que él estaba borracho cuando cometió el crimen. La poca habilidad de un experto maestro para hacer frente al
reloj será considerada tan incorrecta como el descuidarse en los análisis." ¡Recuerde eso!
No
obstante, el apuro de tiempo es una auténtica
prueba para el jugador, y en mi época yo he visto todo tipo de reacciones nerviosas y conductas desacostumbradas durante él. Ya he hablado en otra parte del árbitro, quien, habiendo
perdido el control, dijo a los jugadores: "¡No
muevan tan rápido, no puedo seguir lo que
están haciendo!"
Una
vez, en el club de ajedrez de Moscú, vi cómo dos
jugadores de primera categoría hacían saltar las piezas que ya habían sido cambiadas del tablero, de tal modo que caían al suelo. ¡Era como
si estuvieran jugando a los bolos y no al ajedrez! Una vez el maestro J. Mazel dejó de escribir
sus jugadas e intentó adivinar sí había
hecho las suficientes mirando la
planilla de su oponente, N. Kopayev.
Este último se molestó por esto y
ocultó su planilla bajo la mesa, y
la sacó de nuevo sólo después de que
Mazel puso una pieza "en prise" en la jugada 52, ¡cuando el siguiente
control de tiempo ya había casi pasado! (1).
¡Como
éste hay muchos sucesos extraños y también muchas tragedias! Pero si
uno está apurado de tiempo, ¿cuál es la mejor manera de jugar? ¿Qué consejo puede servir aquí? Este es un gran tema sobre el que se podría escribir cantidad, y en este ¡libro
debemos dedicar alguna atención al
problema.
Con
la proximidad del apuro de tiempo la forma de
pensar de un jugador cambia. Él piensa más en jugadas
sencillas que en problemas generales, o,
como apunta Bronstein, ante el cercano apuro de tiempo usted debe pensar más en la láctica y menos en la estrategia. Él es un experto en este tema, y sus muchas
experiencias de apuro de tiempo se han
resuelto generalmente a su favor.
Quizás el principal
problema sea mantener el control de sus nervios. No todo el mundo puede hacer esto, que es por lo que algunos hábiles jugadores
deliberadamente intentan pasar el menor tiempo posible ante una posición difícil. Ellos esperan a que
su oponente se confunda y cometa un error. Uno tiene que saber cómo combatir a
estas personas, y usted debe reconocer que
las hay que adoptan tácticas de este
tipo.
De
alguna manera la falta de tiempo de su oponente
debe afectarlo a usted. ¿Cómo puede mantener la calma si la forma de sentarse de su oponente es retorcida, si se tiene tomadas las orejas y está saltando en su silla? Smyslov me contó su invariable defensa contra tal conducta. Cuando yo me quejé de que no podía soportar la visión de
Reshevsky retorciéndose como si estuviera en una sartén cuando estaba apurado de tiempo, él me dio este consejo: "Usted se
debe alejar del tablero. Tiene bastante
tiempo. Dese un pequeño paseo y deje
que sufra él solo. Cuando le toque
jugar vuelva, y luego repita el
proceso." Probé el método. Aunque se pierde algo de tiempo, es una
gran ayuda.
Algunos jugadores
argumentan que deben explotar la escasez de tiempo de su oponente jugando ellos mismos con rapidez. Aceptan la variante
para no dar a su adversario la oportunidad
de pensar mientras no corra su
reloj. Sabiendo que es imprudente
mover la prisa, ya que corren el riesgo de equivocarse, tratan de pensar una larga variante, y luego hacen las jugadas de ésta rápidamente, esperando sorprender a su oponente, que tiene poco tiempo para estudiarla. Sin embargo, este método
de jugar "a la suerte" lleva muy a menudo a que el jugador que tiene más tiempo cometa errores.
Naturalmente,
los mayores problemas se presentan cuando es usted, y no su contrario, quien está apurado de tiempo. Lo
primero de todo, ¿cómo está para llevar la cuenta de cuántas
jugadas tiene que hacer y cuánto queda para llegar al control? Se tiene que preocupar únicamente de cómo van las jugadas de su planilla, y no puede conseguir ayuda de fuera —las reglas del ajedrez no le permiten preguntar a nadie—. Ingeniosos
jugadores han considerado muchos consejos
para resolver esto. Algunos toman un grupo de piezas que están ya fuera del tablero, y cada vez
que mueven quitan una. Corno el número
primitivo de piezas en el grupo
corresponde al número de jugadas que quedaban, usted tiene una señal visual, ¿pero qué ocurre si con las prisas olvida quitar una cada vez? Entonces tendrá que hacer más jugadas de las que en realidad se necesitaban, antes de creerse seguro.
Algunas veces otros
escriben notas para sí mismos en la planilla. Por ejemplo,
hasta la jugada 30 escriben dos horas, hasta la 35 dos horas y quince minutos, pero en la práctica no
hacen caso de sus propias anotaciones, ¡y
terminan apurados de tiempo, como
siempre!
No hay más que un
pequeño consejo que yo pueda dar. Procure no
apurarse de tiempo en absoluto, o si no entrénese para jugar como si estuviera apurado de reloj, aunque en realidad no le esté. Si su oponente está apurado, ignórelo; juegue la partida igual que hasta ahora. Si está en apuro de reloj, conserve la calma,
repito, no se ponga nervioso. Mantenga la
misma escritura clara de las jugadas, el mismo examen metódico de las variantes, pero de un modo
más rápido.
'1; A lo que se refiere Kotov es que ellos probablemente estaban jugando con el tiempo estándar
internacional de 40 jugadas en dos horas y media, y
luego 16 a la hora.