lunes, 2 de julio de 2012



¿Dónde está Bobby?
Aún a cuarenta años de su epopeya, nos preguntamos lo mismo que los ilustres presentes de aquel lejano acto de apertura en Reykjavik. ¿Dónde está Fischer? Y en aquella ceremonia  él brillaba por su ausencia; de todos modos, él siempre brillaba.
La fuerza del destino regresó a Bobby - en sus últimos años- hacia la tierra del “Hielo y el  Fuego”, que fue testigo de su coronación en el Reino del Ajedrez, con su espíritu guerrero. Y como verdadero guerrero pasó a la inmortalidad en la morada de los valientes vikingos. 
Robert James Fischer, inmortal en tierra vikinga, tal digno Hijo de Odín, que aferraba el martillo de sus nobles convicciones, tanto para destruir la hipocresía del mundo, como para construir sus obras imponentes sobre el tablero, forjadas en oro puro.
Fischer era energía, la transmitía a cada pieza, en su mirada, en sus gestos. Estratega sin igual, con la energía de sus ejércitos logró conquistar aquellos grandes imperios que jamás consiguieron ilustres generales en la historia.
“La energía es materia, y viceversa”, afirmó un célebre sabio. La energía no se destruye, se transforma; Así, Fischer era energía, es energía, ahora y siempre también. Antes, ahora, siempre: tiempo; “el espacio está unido al tiempo”, sostuvo el mismo sabio, tal es el espacio-tiempo. Bobby, amo de las 64 casillas, nos dejó a los 64 años: 64 casillas – 64 años, espacio- tiempo.
Entonces… ¿Dónde está Bobby?
Quizá ya podemos vislumbrarlo: forma parte del Universo, es Energía inmersa en el espacio tiempo… ¡y por fin es Libre! Juega aquí y allá con  sus piezas, con nuestras piezas cuando reproducimos su obra. El Ajedrez era – es – su vida; su vida nos acercó al reino de los trebejos con inusitada pasión.
Finalmente me pregunto: ¿Dónde está Bobby? Me lo imagino sentado dentro de un paradisíaco tablero infinito, concediéndole la vida a un Caballo Blanco con la más profunda devoción… 

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